La esperanza se disipó a hostias
mientras te mordías los labios
y respirabas despacio
sin hacer ruido.
Las palabras te enrojecen,
ciertos giros,
sesgos,
determinados términos.
Y abrazas la suciedad,
el vituperio,
el óxido,
a los suicidas,
el sexo sin disculpas...
Y lo haces tuyo,
lo transformas,
intentas hacerlo hermoso,
carne,
"vehementas" la piel,
la estrujas,
le
sacas el sudor
y te endulzas la boca.
Después te das la vuelta
y escupes frente al muro más triste
y juras que nunca quisiste ver más allá. Y como no lo puedes remediar
¿sabes?
Cuando necesitas abrazos,
cuando tienes miedo,
cuando te haces daño,
y te cuesta respirar
porque
el aire no se estanca,
te ovillas para coger fuerzas...
Y entonces,
abres un cuento,
y hay colores,
y risas
y besos blancos,
y lloras.
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