En mi puta ventana no brilla el sol, pero sigo escuchando la canción las veces que haga falta...
Llueve barro.
¿Qué luz,
qué otros?
Quince veces la misma canción,
lenta,
precisa,
suave,
agujeréándome lo que quizá tendrías que agujerearme tú.
Hoy me convertiría en tu prostituta,
cerraría los ojos y creería que la letra de la canción la escribieron para mí.
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