Tengo aquí el martillo,
a la derecha de Dios Padre,
encima de un montón de cuentos,
cerca del gato,
haciéndole compañía a mis perfumes,
invocando a la ropa sin planchar,
hermanándose con las tijeras,
intentando acallar la larga lengua del celofán,
lamiéndome la mirada.
Y yo guardo un jardín mustio
ResponderEliminarpara otra primavera y un tesoro
escondido para celebrar tu santo
y una muñeca de trapo y un sueño
incumplible que quizás sea mentira.
Yo guardo entre mis pinos
una salamandra de sol que se mueve,
una buganvilla amatista
que sigue pariendo florecitas frágiles
y un rosario de besos
por si alguna vez
alguien los colecta.
¿Te he dicho alguna vez que, a saber por qué motivos, me impactas!
¡Joder, qué debilidad esta mía!