martes, 9 de julio de 2013



Abortando nostalgias,
ganas,
revulsiones.

Me balanceo
mientras se empeñan en paseárseme los mismos hijos de puta de colores,
y las camas mágicas
que siguen sin existir.

Cómo me jode que me tatuaras esas palabras...

¿Dónde están los que no asustan?

Las Alicias envejecen,
también.

Y mientras,
mato mis noches lamiendo los ceniceros.

Sola,
sin tabaco,
sin colillas.

Sólo
con las ganas.



viernes, 5 de julio de 2013

Besos de cicuta

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Y cogí su mano
y era agradable.
 
Y colgué las muñecas,
en sus cajas.
 
Y creé mi horror doméstico,
ahora era mío.
 
Y lo contemplé,

largamente.
 
Y lo sigo contemplando...

 
Y me cantabas por teléfono,
y me acuerdo
y sonrío.
 
Y el rinoceronte hincó la rodilla ante quien no debía,
y se equivocó.
 
Se lo robaron.
 
 
Eran suaves,
sus manos.
 
Compulsión,
ni guisantes ni hostias.
 
Y se despertó
con besos de cicuta.
 
No desaparecen...

 
 
 

sábado, 15 de junio de 2013

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Así,
como en una cama,
sin colchón,
sobre uno de esos somieres de muelles que se quejan a la más mínima provocación,
como esos pájaros que lloran chapapote,
como esa única pera que da uno de mis árboles y que sólo por eso me resisto a asesinar.
Así,
agarrada,
sola,
sin compañía,
temblona en esa exigua seguridad que da a veces el existir.

No sé si eso es sentirse vulnerable o qué cojones es.


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Me estoy ahogando aquí sentada mientras escucho música .

Me estaba ahogando mientras me tomaba el café sentada en esa terraza.

Me estaba ahogando ayer cuando le confesaba a alguien a quien no le importo en absoluto, que mi pudor raya lo estrafalario.

Me ahogaré mañana cuando todos vean lo capaz que soy de respirar hondo en medio de todo ese aire irrespirable.

Me ahogará también la vergüenza, el ridículo de una posible incomprensión.

Me ahogaré entre espejos.

Me ahogará mi pecho.

Me ahogará el no llorar.

Me ahogará el no comer.

El respirar de mentira.

Me ahogará el ahorrarme golpes.

Me ahogará toda esa música por la que no percibiré agradecimiento.

Me ahoga la soga de la que cuelga el cartelito "estoy bien".

Me ahogó la llamada corta de anoche.

Me ahoga la desaparición de sus palabras.

Me ahogan los tres cigarros que me quedan.

La comida que tendré que tirar mañana y que tampoco me comí anoche.

Me ahogaré en medio de esos diez días que me esperan.

Me ahogaré intentando sonreír.

Me ahogaré intentando no recordar.


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"A la mañana siguiente me levanto blandita, estúpida, casi inerte, ni siquiera me atrevo a coger el mismo autobús, estoy harta de matar silencios, por ello decido irme en tren, sola, abandonándome a todas esas paredes terrosas llenas de conejos. Todos se mimetizan con una perfección pasmosa, no se mueven, no se desgastan, sólo esperan quietos al sol, confundidos con la mañana, sencillos, sin pausa."

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Yo sigo moviéndome a su lado,
he decidido abandonar el sueño de los ojos azules,
prefiero hundirme en el ocre de esa piel,
que aunque pase tan desapercibida seguro que es suave,
segura,
familiar,
sin sobresaltos.


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Y llego allí,
antes te lo he dicho,
te lo he confesado,
esperé a que regresaras,
esperé a que volvieras,
no me resigo a ser un contrato mensual,
ni siquiera esta vez la respuesta fue eso,
se quedó en un compromiso,
una extensión de lo estipulado,
tenías hambre,
yo no,
apenas tengo nada
y sigo hinchándome.
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Se cansó de engancharse cascabeles a los tendones,
no quiere que la oigas,
que la oigan,
no quiere.

Estar cansada no suena,
no tiene por qué tener una banda sonora,
es una pretensión sin sentido.


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Un cuento,
dos cuentos,
tres cuentos,
yo no sé escribir cuentos,
no pienso escribir la historia de mi vida,
no quiero servir de ejemplo para nadie,
no quiero teorizar,
no sé teorizar,
no soy una teoría.
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Me levanté,
llegué,
trascendí,
suspiré,
cumplí,
fingí,
me desmayé,
vi un espejismo,
me pudo la ternura un instante,
transigí,
obvié,
ejercí
y lloré.









Y un día vino
y confesó,
y no escribió más.
Porque estaba cansada,
porque no tenía sentido,
porque ya no le nacían alas...