Así,
como en una cama,
sin colchón,
sobre uno de esos somieres de muelles que se quejan a la más mínima provocación,
como esos pájaros que lloran chapapote,
como esa única pera que da uno de mis árboles y que sólo por eso me resisto a asesinar.
Así,
agarrada,
sola,
sin compañía,
temblona en esa exigua seguridad que da a veces el existir.
No sé si eso es sentirse vulnerable o qué cojones es.
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