Y encendimos los ojos,
y las lámparas,
y las botellas azules,
y hasta el calor de tus ojos.
Y recorrimos valles profundos,
y mares.
Y ya no había tierra,
ni ojos,
ni labios,
ni carne.
Y me arañé la cara
y no encontré ningún tesoro.
Y me rompí las rodillas
y no se obró ningún milagro.
Y entonces te llamé
y viniste.
y las lámparas,
y las botellas azules,
y hasta el calor de tus ojos.
Y recorrimos valles profundos,
y mares.
Y ya no había tierra,
ni ojos,
ni labios,
ni carne.
Y me arañé la cara
y no encontré ningún tesoro.
Y me rompí las rodillas
y no se obró ningún milagro.
Y entonces te llamé
y viniste.
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