Es lo que ocurre con los espejismos,
hoy te miré,
bajo la luz sincera que sólo procuran las bombillas,
sincera y cruel hasta el dolor.
Y vi el campo yermo que algún día fue tu frente,
campo yermo y limpio.
Pero, ¿a quién se le ocurre plantar ortigas?
Ésas crecen solas,
como las zarzas.
Solas,
salvajes,
hermosas.
Tu cráneo es ahora campo,
campo de escombros que no subliman.
Sigue soñando,
yo ya no puedo.
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