Un establo vacío,
una casucha abandonada,
un corral,
una puerta,
piedras
y un ventanuco.
El taller habitado por fantasmas.
el cuarto de baño por monstruos,
y en la habitación sólo había carne.
En la cama,
muertos.
Ya sé que no hay camas mágicas,
hijo de puta...
Tumbada,
febril,
barruntando una enfermedad de temporada,
adormilada.
Sola,
con un hombre.
Con los ojos cerrados,
la consciencia perdida.
El monstruo a mi lado
erguido,
rozándome.
Un monstruo grande
muy grande.
Era una puerta,
no hay camas mágicas,
lo aprendí hace mucho tiempo.